¿Quién no sabe la canción del estado de Kansas? Oímos la alegría por las praderas en las que se podía cazar la caza mayor a gusto.
Hoy en día están desaparecidos en gran parte los búfalos y los indios. Ahora Kansas es conocido por sus campos extensos de girasoles. Por esos campos monótonos,
el paisaje hermoso de antes está un poco corrompido.
El nombre de Kansas viene del idioma de los indios sioux, y quiere decir "nación del viento del sur". En todas partes del mundo vemos que los indígenas no dejan nada más
que su nombre. En el siglo diecinueve, los nuevos habitantes blancos llamaban el país su 'home on the range', su residencia en los prados accidentados.
¿Cómo iban a parar en Kansas los norteamericanos blancos? Esto tiene que ver con la grande migración hacia el oeste que avanzaba gradualmente
desde que los americanos se habían liberado de Inglaterra. Los Estados Unidos le compraron a Napoleón la entera región de las grandes llanuras que se extendía de las
montañas rocosas al río Misisipi. Allí vivían hasta entonces muchos indios y pocos blancos.
Los nombres de los pioneros procedían del Testamento Antiguo, por ejemplo Joshua y Jesse y Jeremiah. Iban hacia el oeste en busca del país prometido de leche y miel y prados
herbosos. Imitando a Abraham y Moisés, querían hacerse una grande nación y establecerse en un nuevo Canaán. Los israelitas bajo los reyes David y Salomón y
otros no tenían contemplaciones con los filisteos en Palestina. De la misma manera, los pioneros iban a expulsar a los impíos indios de su nuevo territorio .
Esta estrofa de 'Home on the Range' expresa alivio por la desaparición de los indios, aunque podemos oír nostalgia también. Los indígenas del salvaje oeste
no sólo les habían asustado a los blancos con su crueldad, sino también les impresionado con su valor y habilidad cuando cazaban el búfalo a caballo.
¿Donde estaban ahora? Durante los años 1830, muchas tribus ahuyentadas iban a parar en Oklahoma, donde estaba pobre el suelo. Pero los blancos aún no estaban contentos, y resultaba que
habían hablado con lengua bífida. Aunque los indios habían enterrado el hacha de la guerra, y fumado en pipa de la paz junto con los blancos, fueron llevados de Oklahoma a reservas en
Arizona, donde los valientes guerreros se hacían adictos al aguardiente.
En la escuela entendíamos que la violencia de los pioneros había diezmado a los indios y los búfalos de las praderas. Al fin era necesario que se protegiera a los
indios en reservas contra perdición. Estabamos indignos, porque los fusiles de los blancos eran superiores a los que unos traficantes les habían vendido a los indios.
Sin embargo, muy despacio estamos comprendiendo que la cultura de los indios en ciertos aspectos es superiora a la de los blancos. "¿Quién puede poseer el aire y la calor de la tierra?",
preguntó el jefe Seattle. "Su religión estaba escrita en tablas de piedra por el dedo de hierro de un Dios enojado, para que no se les olvidara.
El hombre rojo nunca podría recordar ni comprender esto."
Mientras tanto, los mexicanos habían elegido un enfoque muy diferente hacia los indios. Muchos avontureros buscaban oro sobre todo, pero los franciscanos y jesuitas
querían salvar a las almas y promover la civilización. Por eso fundaban unas decenas de pueblos aislados de misión que iban a hacerse ciudades grandes, como Los Angeles, Santa Fe y San Antonio.
San Francisco quería ser pobre junto con los pobres y seguir a Jesucristo por amar a toda la gente. Habría aborrecido la guerra de México contra los indios apaches,
y la guerra de los Estados Unidos contra México. Después de esta guerra, México había perdido gran parte de su territorio: Texas, Arizona, California y más.
Entre los mejores presidentes a los que México tenía nunca, está un indio del siglo diecinueve: Benito Juarez. Cuando Benito tenía doce años de edad,
lo descubrió un franciscano. El monje mendicante notó que el chico, quien no podía escribir ni leer ni hablar español, era muy inteligente no obstante. Lo puso en un seminario como alumno.
El filósofo mexicano José Vasconcelos escribió, en la primera mitad del siglo veinte, que la raza mexicana combina las mejores calidades de la raza blanca y la raza india.
Era partidario del mestizaje, la procreación mezclada de indios y blancos, que ya era costumbre desde largo tiempo. Por eso no había ninguna lucha grave de razas en México nunca.
Estas son las palabras de la primera estrofa de una canción que aprenden todos los niños mexicanos en la escuela. La segunda estrofa cuenta que cierto don Diego
la vio y escuchó, y que la llegada de la virgen María de Guadalupe les llenó de alegría y harmonía a todos.
Además, la canción cuenta que María se dignó dejar su imagen amada en su vestido indio.
Desde entonces, ser mexicano implica venerar a la santisima virgen de Guadalupe. Los mexicanos aun seguían venerandola durante la persecución de los sacerdotes después de la
revolución mexicana. Una otra estrofa de la canción nos cuenta otra cosa muy interesante: "Suplicante juntaba las manos, y eran mexicanos su porté y su faz."
Por lo tanto, ¡la imagen en el vestido azteca muestra cómo se ve una mexicana!
Llegamos a la conclusión de que la descendencia mixta de blancos y indios hasta el siglo veinte era relativamente excepcional en los Estados Unidos, pero muy normal en México.
Entre las causas de este hecho está la circunstancia de que los católicos mexicanos comprendían que las personas de color son esencialmente iguales a los blancos, antes de que lo
comprendieran los americanos protestantes.
Los pioneros americanos les leían en voz alta a sus familias pasajes del Testamento Antiguo todos las días. Por eso se identificaban demasiado con el 'pueblo elegido' de Israel. Aun creían
que Cristo había elegido a los protestantes exclusivamente para salvarlos.
Por lo demás, hoy en día viven en los Estados Unidos muchas personas que tienen antepasados de ambas razas, ya que desde los años 1910 inmigraban muchos mexicanos.
(Maastricht, noviembre 2016, H.Reuvers)
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